La primavera desde el verano

Ocho semanas, ocho mañanas, reuniéndonos en grupo, en un espacio de naturaleza cercano a la ciudad. El Jardín Botánico nos acogió durante el ciclo de primavera, que fue nombrado como “Grupo de Autoconocimiento en la Naturaleza”. Poco a poco, el entrar en este territorio e ir conociéndolo, nos fue llevando a entrar en nosotros mismos, en nuestros territorios internos, y conocerlos. Pasa pues, que de pronto se van perdiendo las fronteras, y la distinción ser humano-naturaleza no pasa a ser más que eso, una distinción conceptual, propia del lenguaje, pero que desde la experiencia directa y profunda, a veces simplemente se desvaneció.
Justamente, ese fue (y ha sido durante el trabajo que vamos proponiendo desde Piedra del Sur) uno de los puntos de base: el experienciar, en primera persona, y ver qué pasa. Y lo que pasa, pasa, pero parte de lo valioso de estar en grupo, fue detenerse a dialogar sobre lo que fue pasando, darnos tiempo para compartir las experiencias y ampliar las comprensiones de lo vivido. Experiencias personales, experiencias compartidas, que en ocasiones desafiaron las creencias arraigadas, transformándose en semillas de nuevas perspectivas sobre la vida.
Todos los mundos son uno sólo
todo está hecho de lo mismo:
los dioses, los espíritus, las estrellas
las plantas, las piedras y las gentes.
Todo cambia y se mueve
pero no se muere;
nuestro espíritu es como un árbol:
nace, crece, florece y da semillas.
Nunca terminamos de vivir
porque sólo cambia la cáscara de la semilla
(Yerpun)
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